Para los alumnos de la colonia Praderas del Mezquital y Los Artistas en Nuevo Laredo, Tamaulipas, es muy diferente el regreso a clases.
A comparación de otros lugares, a ellos los esperan tres paredes semiacabadas, block sin enjarrar, una malla sombra sostenida por un barrote de madera y bancos en paupérrimas condiciones.
Son las ocho de la mañana y el sol ya hace estragos con una temperatura de 27 grados centígrados y que llegó a su punto máximo de 37 más la sensación térmica.
Se le ve llegar al profesor Efraín De la Cruz, quien desde hace diez años se encarga de dar clases de primero hasta sexto grado.
En total hay 48 niños de diferentes edades deseosos de aprender.
“El profe” no está solo, también llegan padres de familia que de manera inmediata se ponen a barrer una plancha de concreto de 12 por 16 metros y acomodar en ellos los pupitres despintados y mordidos
Son tres paredes sin enjarrar, a medio acabar y por unas aberturas que van a ser las ventanas el sol entra a rajatabla.
Con la ayuda de un hombre y colocando en medio un barrote de madera, las mujeres levantan la malla sombra que evita que los rayos del sol sean menos intensos para sus hijos que están a punto de iniciar un nuevo ciclo escolar.
La escuela está en el olvido, reclamaron a su alcaldesa, Carmen Lilia Rosas Cantú, pero su respuesta fue que no es su responsabilidad.
La escuela empezó hace 10 años, tiempo en el cual se encuentra asignado el profesor Efraín.
Es un maestro municipal que no tiene plaza y que se ganó el cariño de la gente ante sus sacrificios.
Antes usaban como salón una casa prestada, pero hace poco el dueño se las pidió y se tuvieron que ir a esa plancha de concreto.
“Están bajo la lluvia, el calor, y nosotros no pedimos mucho. Sólo queremos un salón para que los niños tengan clases dignas”, reclamó Marlene Canales, una madre de familia.
Confesó que es mucha la impotencia cuando escuchó de la alcaldesa que no era su responsabilidad.
“Con que nos ayuden con un block, una varilla, con el esfuerzo de todos podremos levantar esta escuela”, agregó Efraín
“Vienen a pesar de la lluvia, a pesar del sol vienen a pie y es mucho el esfuerzo, sé que en ocasiones ya no quieren venir, pero tenemos que insistir para que ellos puedan estudiar”, dijo Nicasio Cedillo, padre de familia.
La escuela se encuentra en las colonias de la periferia de la ciudad y de las más paupérrimas pero los padres luchan porque sus hijos estudien y tengan una calidad de vida mejor en un municipio, donde también la violencia, las drogas y otro tipo de problemas sociales, acechan a los niños.