La Selección Mexicana se expuso a nuevas sanciones después de que parte de sus aficionados corearon un grito homofóbico que interrumpió la Final de la Liga de las Naciones de Concacaf ante el local Estados Unidos, ganador del torneo por tercera ocasión.
Por segundo certamen consecutivo de la Liga de Naciones, el choque entre México y Estados Unidos fue interrumpido el domingo por los árbitros después de que se corearan cánticos homfóbicos en el AT&T Stadium de Arlington.
Como ocurre en muchos encuentros de equipos mexicanos o de su selección, los aficionados profirieron el insulto homofóbico «pu…», cuando Matt Turner, guardameta de Estados Unidos, sacó de puerta cerca del final del partido, que México perdió por 2-0.
El árbitro Drew Fischer detuvo el juego en dos ocasiones, durante varios minutos, antes de que finalmente concluyera, debido a que aficionados mexicanos profirieron el insulto «pu…», un equivalente a “maricón”, ambos términos utilizados en la jerga ofensiva y para insultar la masculinidad de alguien.
Los gritos homofóbicos han sido durante mucho tiempo un problema para la Federación Mexicana de Futbol, que ha sido multada en varias ocasiones y que ha instado repetidamente a los aficionados a poner fin a esta práctica.
La Concacaf, el organismo regional del futbol en Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, condenó este lunes el último caso de los gritos homofóbicos, que se producen mientras México, Estados Unidos y Canadá se preparan para albergar el Mundial 2026.
Es extremadamente decepcionante que este asunto continúe siendo un problema en algunos partidos, particularmente en el contexto de los próximos dos años que presentan una tremenda oportunidad para hacer crecer el deporte en nuestra región», dijo la Concacaf en un comunicado al aludir a la organización tripartita del Mundial 2026.
La Federación Mexicana de Futbol (FMF) ha intentado resolver el problema introduciendo un sistema de registro de entradas en línea y códigos QR. En los partidos disputados en México, se ha reforzado la seguridad en los estadios para perseguir a quienes utilicen el grito. Los infractores se enfrentan a una prohibición de acudir a los estadios por cinco años.