Pese a condiciones climatológicas, migrantes se niegan a ir a albergues.
El guatemalteco Darwin Gómez pasó la noche orando, ya que aseguró que cuando su cuerpo comenzó a congelarse pensó que moriría al lado de sus compañeros David, Nelson y Waldo.
Y es que, aunque el termómetro marcaba -3 grados centígrados, al interior de la casa de campaña donde duermen y que se encuentra a la intemperie en el albergue Senda de Vida en Reynosa, la sensación térmica era de -7 grados.
Los cuatro jóvenes duermen sobre colchonetas al interior de la carpa que han adaptado con bolsas de plástico y cartón para protegerse de la lluvia. Cada uno cuenta con una cobija y una manta térmica de aluminio que un organismo religioso de Estados Unidos les hizo llegar; sin embargo, no fue suficiente para que los migrantes pudieran dormir, pues el frío les calaba hasta los huesos.
«Pensé que nos moríamos, le pedí a Dios que nos dejara pasar la noche, que nos diera calor porque ya no sentía el cuerpo. Les hablaba a mis compañeros y sólo uno me respondía; los tuvimos que mover porque pensamos que estaban muertos, pero en realidad ellos sí pudieron dormir un poco porque se encuentran hasta el fondo de la carpa, pegados a la pared», asegura Darwin.
Se niegan a ser trasladados
Pese a las condiciones climatológicas, los casi 3 mil migrantes se niegan a ser trasladados a los albergues temporales que instaló el Gobierno. «Serán pocos días, podemos soportar el frío porque pediremos que nos den más ropa, algunas cobijas para pasar las noches».
Sabemos que estamos en riesgo, pero no podemos movernos porque ya hicimos la solicitud en la aplicación CBP-One y esperamos que nos llamen de Estados Unidos para solicitar nuestro asilo», mencionó Nelson Morales.