En un nuevo gesto hacia el Ejército, el presidente Andrés Manuel López Obrador cedió hoy a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) el uso del oneroso Hangar Presidencial, que el expresidente Enrique Peña Nieto mandó construir en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) a través de la empresa Constructora Higa, de su amigo y prestanombre Juan Armando Hinojosa Cantú.
El pasado 12 de noviembre, José Luis Duarte Barreto, titular de la Dirección General de Ingenieros de la Sedena, pidió al gobierno federal un “acuerdo administrativo de destino” del Hangar Militar, pues explicó que era del “interés” de la dependencia “tener la seguridad jurídica que permita continuar utilizándolo en actividades militares”; acto seguido, la Presidencia de la República entregó el recinto a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) con la instrucción de pasarlo al Ejército.
El traspaso se concretó hoy, en un acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF), a través del cual la SHCP entregó a la Sedena el predio de 127 mil 405 metros cuadrados; a partir de mañana, la dependencia castrense tendrá el derecho de “aprovechar” el inmueble, pero no tendrá “la propiedad del mismo”.
Con este traspaso, la Sedena seguirá controlando un recinto exclusivo al interior del AICM, un aeropuerto que el presidente López Obrador entregó a la Secretaría de Marina (Semar) este año. La Sedena, por su parte, administra el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), que funciona gracias a subsidios del gobierno federal.
En el arranque de su sexenio, López Obrador había planteado que el Hangar Presidencial se convertiría en una tercera terminal aérea en el AICM, una manera de compensar la anulación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM); finalmente, el mandatario optó por construir el AIFA y entregar el recinto a la Sedena, principalmente para custodiar el también oneroso avión presidencial.
El Hangar Presidencial estuvo envuelto en un sinnúmero de irregularidades durante el sexenio de Peña Nieto, pues las obras estuvieron a cargo de Grupo Higa, empresa que también construyó y financió la “Casa Blanca” del exmandatario, y terminaron costando un 70% más que lo presupuestado.