El asesinato de migrantes de Guatemala por policías del Grupo de Operaciones Especiales (Gopes) en Camargo, Tamaulipas el 22 de enero del 2021, ha dejado a las familias con una pena muy grande, además de deudas y gastos.
Al continuar las audiencias del caso, las familias de las víctimas mortales contaron que tras la tragedia, han enfrentado enfermedades e incluso la madre de uno de ellos, falleció al complicarse la enfermedad que padecía, con el dolor de su pérdida.
Marcos González Reinoso, padre de Leyda Xiomara González Vázquez, contó que su hija, entonces de 18 años, decidió partir a Estados Unidos para buscar una mejor vida, luego que, los 25 quetzales diarios que ganaba haciendo los quehaceres de una casa, no les alcanzaban.
Tras su asesinato en México, su padre contó que su familia ha padecido para conseguir los 90 mil quetzales que han gastado en traslados para la repatriación del cuerpo, velorio y entierros.
Luego Rodolfo Jiménez Marroquín, padre de Rivaldo Danilo Jiménez Ramírez de 17 años, dijo que su hijo era un joven noble y trabajador, que laboraba con él en el campo, ganando apenas 20 quetzales al día.
Trabajaba para ayudarlo con sus hermanos más pequeños, y al terminar su jornada, se iba a la escuela, donde, como la mayoría de los jóvenes en Comitancillo, estudiaba la carrera de perito contador.
Decidió emprender el viaje a Estados Unidos para trabajar y seguir estudiando, además de apoyar a su familia, sin embargo, nunca logró concretar su sueño y fue muerto lejos de su tierra.
Los gastos funerarios que tuvieron que afrontar ascienden a 92 mil quetzales, recordando que tenían que viajar desde su comunidad hasta la capital, para pedir informes sobre los restos de su hijo a quien después llevaron de regreso a su hogar para darle sepultura.
Su asesinato, narró en la audiencia, causó mucho dolor a su familia, su madre se enfermó y tuvo complicaciones en su embarazo, que significaron 11 mil quetzales en hospital y medicamentos.
La historia que contó Adelina Díaz Feliciano, madre de Elfego Roliberto Miranda Díaz, no es diferente, su hijo de 24 años, era el sostén de ella, la esposa de su hijo y sus cuatro hijos de 8, 6, 4 y el más pequeño que nació hace dos años y al que nunca conoció pues partió cuando su esposa estaba embarazada.
Aunque era graduado de perito contador, la carencia de trabajo lo llevó a desempeñarse como albañil de lunes a viernes, ganando 60 quetzales diarios, mientras que sábado y domingo daba clases en una escuela de Comitancillo.
Primero para que viajara a Estados Unidos, Adelina Díaz contó que consiguió 50 mil quetzales, una parte en el banco y otra con prestamistas; luego para solventar la repatriación y gastos funerarios volvió a pedir prestado 85 mil quetzales.
La esposa de su hijo hoy se emplea de manera temporal, ganando 40 quetzales, si embargo, no se trata de un trabajo estable, por lo que pidió que se cubran los gastos de los cuatro hijos de Elfego Roliberto, hasta que ellos cumplan 18 años y garantizar que puedan tener estudios, que era para lo que su hijo iba a trabajar en Estados Unidos.
En esta etapa del proceso, denominada individualización de sanciones y reparación del daño, la Fiscalía ofertó a 27 testigos, entre ellos, las familias de las víctimas, que requieren el apoyo para afrontar los gastos que la tragedia les ha generado, luego que muchos eran el sostén de las familias.